Observatorio de la Marca Andorra (XXIV): Europa, la formación de nuestros jóvenes y la influencia de los streamers

Como ya hemos destacado en artículos anteriores, la posibilidad de que Andorra algún día forme parte del Mercado Único Europeo nos abre un abanico de posibilidades, pensando en nuestros jóvenes, estudiantes y emprendedores, enormemente ventajosas para aquellos que sepan identificarlas y aprovecharlas. Hemos hablado de programas europeos y hemos visto el presupuesto que dedican países similares al nuestro, como Liechtenstein, especialmente en aquellos programas dedicados a los estudiantes y sus estudios más allá de su país de origen. También hemos visto programas europeos específicos dedicados a promover las nuevas tecnologías a todos los niveles, como en el tema del Blockchain, programas con presupuestos que impresionan por su magnitud y que un día podrán beneficiar, si así lo decidimos, a empresas andorranas que hoy ya trabajan en este y otros ámbitos tecnológicos.

Hace tiempo que hablamos del tema de la «formación» en Andorra y de la oportunidad que puede llegar a representar el desarrollo de formaciones profesionales y universitarias offline o presenciales y la futura interacción e intercambio con estudiantes, profesores e investigadores dentro de este nuevo espacio europeo donde Andorra ha apostado por hacerse un hueco, si finalmente así lo decidimos los andorranos.

Todas son oportunidades que están a nuestro alcance, pero que se tienen que trabajar y mucho para obtener resultados prácticos y óptimos para nuestra sociedad y nuestra economía. Hay que fijar objetivos, con visión y mucha convicción en las metas que nos planteamos y sobre todo, hay que estar abiertos a todo lo que pasa en el mundo y que nos afecta, tanto en negativo pero también en positivo y muy particularmente en el ámbito de la formación y los circuitos que genera.

Es indudable que abriéndonos al mundo, empezando por Europa, nos dará esa visibilidad que aún nos falta y que justifica que sigamos hablando de la Marca Andorra y su proyección, visibilidad que hay que trabajar mucho más de lo que se ha trabajado hasta ahora, siempre que antes hayamos definido el modelo de país que queremos tener y explicar al mundo. En este sentido, y hablando de modelos, permítanme que, pensando en el futuro de mi estimado país, me imagine un Principado de Andorra a 10 o 20 años vista como un hub de formación profesional y universitaria, como destino elegido por miles de estudiantes internacionales que nos eligen por la calidad y diversidad de estudios ofrecidos y por la pulcritud, sostenibilidad y seguridad del entorno en el que interactúan. Hoy, sin embargo, la realidad es la que es y estamos muy lejos del modelo que acabo de describir.

Pero y nuestros jóvenes, aquellos que ahora están estudiando y que en unos años tendrán que elegir un camino para seguir formándose, ¿qué futuro les espera? De hecho, ¿cuáles son los factores externos que pueden determinar su elección? Está claro que se les debe tutelar y ayudar a decidir en función de sus aptitudes, pero ¿y aquellos elementos incontrolables que pueden acabar siendo determinantes?

Hace unos días alguien me explicaba que un joven estudiante de poco menos de 15 años cuando le preguntaron qué quería ser de grande contestó que «youtuber», y no es un caso aislado. De hecho, es tendencia, entre un grupo importante de jóvenes de fuera pero también de nuestro país. Hoy, nuestros jóvenes están claramente influenciados por los nuevos modelos que proyectan los personajes de éxito del mundo digital, cuya notoriedad en las redes les proporciona prematuramente un estatus económico que genera admiración entre aquellas más tiernas almas que los idolatran.

En casa nuestra, últimamente hemos atraído a unos cuantos de estos triunfadores streamers y hasta nuestro país se ha convertido en una referencia como «refugio» de esta novedosa tipología de «profesionales» de éxito, algunos de los cuales no tienen ningún problema en pasearse por nuestras calles exhibiendo todo aquello que sus importantes ganancias les han permitido adquirir, ni les cuesta nada hablar a través de sus medios de comunicación habituales de lo mucho que se ahorran de impuestos y lo muy bien que se vive en casa nuestra.

De hecho, el país ha salido ganando desde la perspectiva de lo que gastan y consumen en Andorra y también de los muchos impuestos que pagan, aunque muchos menos que en su país de origen, pero permítanme una reflexión al respecto. No todos estos streamers exhiben las mejores virtudes del ser humano ni mucho menos. De hecho, muchos de ellos no han tenido tiempo material ni siquiera de madurar como seres adultos y difícilmente se les puede pedir más de lo que nos muestran. Por lo tanto, desde la perspectiva de ser un ejemplo para nuestros hijos, más bien diría que no, en el contrario, quizás sea necesario hacer la pedagogía adecuada para neutralizar esta tendencia natural a la admiración por el modelo que proyectan sin detenerse a valorar las consecuencias negativas, que también las hay.

Para aquellos que valoran todo lo bueno que han aportado al país, especialmente gasto y pago de impuestos, aparte de publicidad indirecta, no sé si buena o mala del país, les querría decir que hay un bien infinitamente superior a proteger que no es otro que la integridad de nuestros ciudadanos, jóvenes y no tan jóvenes, y que hay que evitar hacer excesivas alabanzas de dichos streamers hasta el punto de ponerlos por delante de nuestra gente, especialmente si su «influencia» les puede causar daños irreparables pensando en su formación o simplemente provocar la vulneración de las normas de convivencia exigibles a una sociedad como la nuestra. ¡No todo vale, por mucho dinero que generen! Y por qué no, quizás lo que sí valdría la pena sería que aprendieran de verdad a ser un ejemplo para nuestra sociedad, contribuyendo junto a nuestras autoridades políticas y educativas a hacer la pedagogía adecuada para guiar convenientemente a nuestra juventud.

Evidentemente, más allá de la influencia del mundo digital y de los streamers, hay un universo de posibilidades formativas para nuestros jóvenes, dentro y fuera del país. Europa nos plantea nuevos horizontes para muchos de ellos, pero al mismo tiempo Andorra tiene que decidir si apuesta definitivamente por postularse como un hub educativo de proyección internacional.

Seguro, en próximos artículos tendremos ocasión de hablar de Europa, de educación y formación, de las opciones de futuro de nuestro país y de la necesidad de tomar decisiones clave que marcarán nuestro devenir. Mientras tanto, quedémonos con la idea de que nuestros jóvenes merecen todo nuestro esfuerzo porque son los garantes del futuro de Andorra. ¡Ni los olvidamos ni los descuidamos!

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